viernes, 23 de noviembre de 2007

Un día común una preocupación especial


Por las mariposas inolvidables, por su memoria y su decisión





El 25 de noviembre fue elegido como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La elección le cupo a los participantes en el Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, que se llevó a cabo en Bogotá en 1981. Sin embargo, como siempre hubo que esperar un tiempo, 18 años, para que los demás comprendieran la importancia de esa elección. Recién en 1999, la Asamblea General de la ONU decide, a través de la resolución 54/134, que ese día sirviese para recordar y promover activamente la Eliminación de este tipo de violencia que, en palabras del antiguo secretario de la ONU, Kofi Anan, "es quizás la más vergonzosa violación de los derechos humanos. Mientras continúe, no podemos afirmar que estemos logrando progresos reales hacia la igualdad, el desarrollo y la paz”.
Este año parece que existen más razones públicas para reforzar nuestro compromiso con la idea central de este día. Efectivamente, en el último mes se han acumulado los casos de mujeres brutalmente muertas por el solo hecho de ser mujeres y no poder contar con un sistema de protección adecuado. No obstante, la sensibilidad que nos produce las muertes brutales no debe hacernos olvidar que la lucha es aún más grande, porque no sólo para evitar estas situaciones terribles, sino para evitar todo tipo de violencia, partiendo de la que aún es imperceptible.
Los casos dramáticos nos sacuden, nos movilizan y nos cuestionan, pero la batalla que debemos librar comienza antes, contra esas violencias que no se ven a simple vista; aquella que golpea, día a día, a tantas mujeres por un sistema vigente de imposición de restricciones y de una hegemonía de la discriminación. La lucha es contra la violencia que se sufre en silencio, tantas veces. La lucha es para que la palabra de las silenciadas se recupere completa y radicalmente.
Lamentablemente vivimos en un mundo que no ha encontrado solución a sus problemas de violencia. Un mundo que todavía no ha logrado conseguir aceptar el disenso como una norma eficaz y no explicita de convivencia; un mundo que ha desarrollado estrategias para eliminar, excluir, silenciar a los que poseen una sensibilidad, una opinión o un quehacer que molesta a los intereses de quien se cree superior.
Queremos que no haya violencia, eso deseamos en nuestros sueños y utopías. Sin dudas, desearíamos que en este mundo sea innecesaria la violencia y que se descarte, totalmente, su opción como posibilidad. Pero lo cierto, es que somos muy humanos y que como tal hemos aprendido a convivir con ella y a aceptarla como algo irremediablemente presente. Sin embargo, aún aspiramos a llegar a ese punto de la evolución donde ser humano implique el uso de la capacidad de dialogo como eje central de todos nuestros comportamientos.
Días como estos nos hacen recordar que nuestra humanidad todavía debe avanzar un poco mucho. Aún si tiene que hacer muchas cosas, hay una sola que desencadenaría el resto: la eliminación de la violencia contra la mujer. Efectivamente, eliminar esta violencia implicaría, necesaria e incuestionablemente, una nueva forma de concebir nuestro ser personas. El desafío estará en marcha en la medida que lo afrontemos como una cuestión vital. No habrá futuro posible sin que comprendamos que la violencia no hace más que frenarnos, llevarnos por caminos errados y hacernos perder una oportunidad histórica de hacer un salto en la evolución. El grillete de la violencia aún nos mantiene cautivos a todos y todas. Clamemos libertad: el camino de la paz nos está esperando.

lunes, 19 de noviembre de 2007

10 premisas básicas para una Educación sexual integral

Una educación sexual integral (ESI) debe contemplar 10 premisas esenciales. Ellas son:

1- La ESI debe contemplar de forma conjunta cuatro dimensiones de la persona (corporal, mental, social y espiritual), procurando dar respuesta en esas dimensiones según el doble filtro del interés del alumnado y la pertinencia de la información según la edad. Siendo lo primero, variable y lo segundo, progresivo.

2- Las investigaciones sobre educación sexual muestran que existen tres temas de interés del alumnado en relación a su sexualidad. Temas que varían en la profundidad y la especificidad según la edad del mismo. Ellos son: conocimientos sobre lo corporal; situaciones afectivas y relacionales; cuestiones relacionadas con una vida sexual activa.

3- La ESI tiene como objetivo primordial promover, favorecer y estimular la búsqueda de la salud sexual, que “se refiere a la experiencia del proceso permanente de bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad. La salud sexual se observa en las expresiones libres y responsables de las capacidades sexuales que propician un bienestar armonioso personal y social, enriqueciendo de esta manera la vida individual y social. No se trata simplemente de la ausencia de disfunción, enfermedad o deficiencia. Para que la salud sexual se logre es necesario que los derechos sexuales de las personas se reconozcan y se garanticen”[1].

4- La ESI tiene objetivos específicos, de los cuales se deben desprender los lineamientos curriculares mínimos. Consideramos que los mismos son:
* Propiciar los valores que la sociedad considera indispensables para las interrelaciones que construyen su tejido social.
* Desarrollar aptitudes y actitudes que favorezcan el conocimiento y la aplicación de los derechos sexuales y reproductivos.
* Promover actitudes que reduzcan conductas de riesgo y que prevengan la violencia
* Fomentar condiciones para el diálogo como recurso esencial en la interrelación
* Estimular la búsqueda de la información sobre la sexualidad como una herramienta útil, favoreciendo, al mismo tiempo, actitudes para la aplicación efectiva de esos conocimientos adquiridos.
* Impulsar la diversidad como marco cultural.

5- La ESI conlleva la articulación efectiva de la educación con las otras áreas que deben promover la salud, proteger a las personas y estimular su desarrollo: salud, políticas públicas, seguridad ciudadana y derechos humanos.

6- La ESI sólo podrá completar su tarea en la medida que se fomente la transversalidad de los lineamientos curriculares en las otras materias.

7- Los contenidos curriculares mínimos se establecen por bloques temáticos. Se sugiere los siguientes bloques temáticos:

I. DEFINICION DE SEXUALIDAD (mostrar la diferencia entre sexo, sexualidad y género y promover la conciencia de esas diferencias y sus interrelaciones).
II. GENERO (construcción social de las diferencias. Dificultades sociales de los modos de expresión de la masculinidad y estereotipos femeninos, valores masculinos y femeninos en nuestra sociedad; diversidad).
III. DIVERSIDAD (lo cultural, lo interpersonal, construcción del disenso).
IV. INTERRELACIONAL: (modos de interrelacionarse, violencia en la vida cotidiana, prevención de la misma, habilidades para la comunicación).
V. LO SENTIMENTAL: (valores disponibles, expresión de sentimientos, educación sentimental de las personas).
VI. LOS DERECHOS (derechos sexuales y reproductivos; como hacer valerlos).
VII. LA SALUD (promoción de la salud integral de las personas. Situaciones de riesgo).

8- Se debe propiciar en cada bloque temático una metodología participativa, constructivista que fomente el desarrollo de:
a- lo cognitivo: información especifica sobre ESI.
b- lo actitudinal: fomento de actitudes positivas frente a los procesos interrelacionales.
c- lo crítico: desarrollo de conciencia crítica frente a las situaciones vivenciales de cada uno.
d- lo valorativo: desarrollo de características pro-activa sobre valores deseables en la sociedad.

9- La ESI es progresiva desde el inicio de la actividad escolar de los individuos. Esta tiene partes específicas: dialogo sobre temas relacionados con las dimensiones de la sexualidad mencionadas, con los sentimientos personales y con lo interrelacional. Se desarrolla, por lo tanto en tres espacios de acción, reflejados en al artículo 3 de la ley de ESI:
a- contenidos específicos: “conocimientos pertinentes, precisos, confiables y actualizados”
b- contenidos transversales: contenidos que procuren estimular, propiciar y mostrar “igualdad de trato y oportunidades para varones y mujeres”.
c- espacios de palabra: que ayuden a prevenir y actuar en los “problemas relacionados con la salud en general y la salud sexual y reproductiva en particular”.

10- La ESI debe ser dinámica y retroalimentable. Esto implica que los contenidos deben ser al mismo tiempo específicos y flexibles.
[1] OPS/OMS/WAS “Promoción de la salud Sexual. Recomendaciones para la acción. (2000), p. 9.

lunes, 25 de junio de 2007

En sexo aprendamos a diferenciar

Hubo una época que existían los chistes que comenzaban con “no es lo mismo” y terminaban con un juego de palabras que incluía un doble sentido en su comparación. Todos esos chistes utilizaban el sexo como motor. Lo cierto que esa idea de “no es lo mismo” es clave en educación sexual y en el disfrute del sexo de todos y todas.
Básicamente siempre debemos diferenciar frente a una situación sexual cualquiera tres ordenes básicos: el saludable (esto es saludable o perjudicial para mi salud); el moral (yo considero que esto es bueno o malo para mi escala personal de valores) y el personal (eso no lo disfruto o considero que no es de buen gusto para mi). Esta separación es muy importante para poder construir una vida sexual altamente positiva evitando que evaluemos experiencias con filtros equivocados, aún dándole importancia a cada uno de ellos.
Por eso, recordemos que esta evaluación que podemos hacer de ciertas situaciones es siempre personal. Aquí surge, entonces, la cuestión importante: ¿como evalúa mi pareja esas mismas situaciones? Pregunta simple pero que causa, muchas veces, una preocupación muy grande pues se amontonan otras preguntas: ¿realmente puedo hablar de esto? ¿Pensará que soy un pervertido/a por pensar esto? Y las afirmaciones contundentes: ella/él piensa igual que yo. Esto solo puede verse de un solo punto de vista. Lo que está bien está bien y punto. Todas situaciones que nos encierran en nuestra forma de ver las cosas y reduce la posibilidad del diálogo.
Como vemos, lo que importa no es sólo reconocer que tenemos tres niveles de evaluación frente a situaciones sexuales sino que lo que hace el cambio en nuestras relaciones es la capacidad de poder hablar de ello, negociar nuestras situaciones, aceptar las diferencias y procurar entendimientos a través de la comunicación.
Tener sexo puede ser fácil e instintivo, sin dudas, pero aprender a disfrutar de él, hacer de esa actividad un redescubrir constante de nuestras emociones, transformarlo en una forma de ver la vida, en una procura del placer y un esfuerzo por fortalecer los sentimientos necesita más que el instinto. Todo eso exige mucho más que un simple acto, implica tomar conciencia que la sexualidad es una experiencia humana en la que todos y todas debemos aprender, mejorar y crear permanentemente. Darnos cuenta de ello nos posibilitaría comprender que el placer es un logro que nos puede conducir a la felicidad. Por ello, buscarlo incesantemente puede ser considerado un mandato de nuestra humanidad.

martes, 5 de junio de 2007

El humor, el baile y las parejas

Sin pretender ser una regla elaborada sobre las parejas, creo que dos comportamientos humanos muestran el comportamiento proclive a la felicidad y la armonía en una pareja: el uso del humor y la capacidad de disfrutar el baile. Son dos actividades que, sin dudas, pueden hacer la diferencia entre la felicidad de dos personas y una relación conflictiva. Vuelvo a insistir, esto no es una regla ni matemática ni sexual, sino una simple lectura sobre reracionamientos.
¿Por qué? Primero, porque ambos comportamientos necesitan del otro para ser conjugados en su mejor expresión; segundo, porque solo funcionan bien con armonía creciente; tercero, para que sean comportamiento adecuados precisan independizarse de los demás, cuarto, consiguen sus mejores resultados dejándose ganar por la confianza en el otro y, finalmente, siempre mejora con la práctica.
Pero avancemos un poco más y veamos algunos elementos particulares y unos falsos amigos de esos comportamientos.
El buen humor es reconocido como una capacidad de reírse de situaciones variadas, algunas realmente cómicas pero también de utilizar la risa como un antídoto eficaz frente a las rutinas y a los conflictos. Debemos hacer la salvedad que no es lo mismo reírse de todo, que no poder nunca hablar temas serios, cosa que esta en las antípodas de los comportamientos favorables para una pareja. El buen humor necesita cierta sincronía entre lo que me produce risa y el saber utilizar los recursos con el otro. Hacer reír es diferente que el buen humor. Uno puede ser gracioso, puede tener una batería magnifica de chistes que producen la carcajada, pueden ser realmente cómicos en sus gestos o comportamientos, pueden utilizar la improvisación como un destapador de risas. Eso son condiciones innatas en algunas personas. Yo me estoy refiriendo a otra cosa al buen humor frente a situaciones cotidianas y, sobre todo, frente a los conflictos.
Una pareja funciona cuando se tiene a buscar un equilibrio permanente entre partes desequilibradas, podemos resumir. Dos personas que procuran vivir juntas tiene, necesariamente, diferentes momentos de ánimo en su interrelación. Ese desequilibrio (sea en más o menos) tiene que procurar mantenerse a flote, para ello no podemos desconsiderar esos estados de ánimo que llegan y debemos crear antídotos para hacerle frente. El humor, sabemos, puede relajar una situación, pero no olvidemos que no es una actitud individual, necesita siempre de la otra persona. Muchas parejas no tienen esa posibilidad por algún tipo de rigidez mental. Así, por ejemplo, frente a un conflicto que está por explotar uno de los pares procura aliviar la tensión con una broma, con un comentario “tonto” (se hace la primera parte), si la otra persona no capta el mensaje inmediatamente (ojo que estamos yendo a terreno frágil) y reacciona positivamente, recurriendo al humor dispuesto sobre la mesa como una salida, se pierde una oportunidad y se entra en el conflicto. Todos sabemos que cuanto más se entra en zona de conflicto, más se vuelven rígidas las estructuras y más difícil es salir en las veces posteriores de esas zonas de rispidez.
Por eso debemos procurar entender el humor como un recurso eficaz a ser desarrollado, que no implica jugar a payaso en una relación (enhorabuena por los que tienen el talento natural de serlo, realmente), sino en aprender que el humor particular de cada uno es una herramienta fundamental para que la felicidad sea un proyecto realizable siempre.
Con respecto a la danza debemos recordar que no estamos pensando en eximios bailadores de cualquier cosa, sino en parejas que encuentran un ritmo y una cadencia propia donde los pasos se permiten conjugarse de forma que se disfruta el movimiento, el encuentro y la alegría de centrarse en el equilibrio entre dos personas. Una pareja que sabe bailar de forma conjunta, que encuentra placer en los movimientos y que sabe que en ese contacto está parte de su sincera cercanía tiene una herramienta importante para descubrir que una pareja es pareja porque son siempre dos personas que procuran funcionar de forma conjunta y nunca porque son una sola. Ahora bien, recordemos que la danza permite que uno pueda estar en contacto con otras personas, nunca debemos pensar que eso significa otra cosa. Que una pareja sepa bailar es una muestra de algo positivo, pero tengamos cuidado, mucho cuidado, en creer que eso representa algo más que un elemento secundario. Lo que fortalece a la pareja es la comunicación y no otra cosa. Si nos confundimos corremos el riesgo de convertir un elemento secundario, circunstancialmente importante, en algo imprescindible.
Nunca debemos confundir los elementos importantes de una relación con los elementos necesarios y secundarios. La anécdota siempre es secundaria, lo trascendental que ocupa las anécdotas para manifestarse es lo importante. Por ejemplo, la danza o el humor son elementos de anécdota, lo que defiendo es que ellos permiten mostrar lo importante que es la capacidad de una pareja de reconocer al otro, procurar la armonía y de fortalecer sus sistemas de comunicación. Pero para que ello pase, tiene que haber pareja, intención de estar, deseo de sentir y placer de la compañía.
Defendamos estos elementos secundarios, procuremos encontrar los nuestros y los desarrollemos pero, recordemos siempre que una pareja son dos personas procurando encontrar el equilibrio dinámico hacia la felicidad utilizando recursos secundarios sobre la única base imprescindible el deseo de compartir algo de la forma más completa que puedan.

lunes, 4 de junio de 2007

El baile del caño: algunas cuestiones sobre la pornografía, el erotismo y la sexualidad

En la actualidad dos tendencias se sobreponen en lo cotidiano: la primera en hacer una apología de la diversidad como norma y lo segundo, opuesto a ello, es procurar que todo sea dicotómico, un polo positivo y uno negativo y se acabó. Así, parece ser, socialmente sólo importa no representar, ni ser marcado como el polo negativo de la historia. Todo está permitido, resume la primera tendencia y lo segundo se resume con la sentencia, tipo judicial: “sos…..
La pornografía siempre estuvo signada por lo negativo y aceptada como inevitable. En los últimos tiempos se vio unida como pareja dicotómica con el erotismo. Así lo erótico es necesario y deseado y lo pornográfico sigue teniendo un tinte particularmente negativo. Con esta distinción lo que importa es que cada cosa se quede en su lugar. Sin embargo sabemos que la delgada línea que separa estos campos no es ni línea, ni clara, ni fija. Entonces las cosas pasan a ser eróticas, según indica, si alguna autoridad (sea científica, pseudo científica y, no nos engañemos, sobre todo mediática) establece que quien no considera erótico alguna cosa es un reprimido (un nuevo polo dicotómico suprime al primero). El miedo a ser sancionado con este polo altamente negativo hace que procuremos el silencio frente a ciertas situaciones.
El baile del caño presentado en la televisión, como un anzuelo eficaz para el rating, vuelve a levantar dos cuestiones esenciales en el terreno de la sexualidad y, curiosamente, ninguna de ellas tiene que ver con lo erótico, ni con la pornografía, sino con la sexualidad y la responsabilidad sanitaria y educativa que tiene la sociedad frente a ello.
a- No podemos evitar que el contenido de imágenes (sean ellas eróticas o pornográficas) aparezcan en la TV. Pero si podemos ofrecer espacios de respuestas para las preguntas que ellas producen; he aquí el ámbito de la educación sexual, la verdadera, la que permite crear espacios donde la sexualidad pueda ser hablada y que favorece la construcción de aptitudes para que todos y todas puedan disfrutar su inevitable experiencia sexual. De la sexualidad ninguno se salva, podríamos decir y loado sea quien fuera por ello.
b- En el único video que pude ver sobre el baile del caño (por Internet), la protagonista fue Nina Peloso y su pareja. En la coreografía ella simulaba escenas de violencia con su pareja: cachetadas y patadas eran utilizadas. La violencia nunca tiene que ser aceptada en relación a la sexualidad (los juegos lúdicos con SM son otra historia). Este si es un tema central que merece una discusión más profunda y seria.
No confundamos las cosas para favorecer la confusión: cada uno tiene que ser capaz de decidir si alguna cosa es erótica, decidir si quiere consumir pornografía y también decidir si su llamado buen gusto le permite o no asistir a ciertas emisiones. Pero la libertad llega hasta allí, porque la sociedad debe ser más exigente para responder por una sexualidad plena en sus miembros: es decir aquella que nace de una educación sexual que pregone la búsqueda del placer, la armonía saludable, la erradicación de todo tipo de violencia. En definitiva la sociedad debe estimular, a través de una educación sexual comprometida, una sexualidad plena en sus miembros. Allí cabe la pregunta clave, que obviamente no es si el baile del caño está bien o mal, es aceptable o no, sino:
¿Estamos haciendo una educación sexual seria o continuamos dejando la educación sexual en manos de los que muestran los medios por cuestiones relacionadas con el rating?

miércoles, 23 de mayo de 2007

Prostitución: entre la gramática y el sentido común

No es lo mismo un sustantivo que un verbo. Ni tampoco es lo mismo un verbo que un adjetivo y menos que menos un gentilicio es igual a un individuo. Mi abuela diría “chocolate por la noticia”. Si, es obvio y no hace falta mucho para probarlo. Sin embargo, en lo cotidiano parece ser que olvidamos esas diferencias y pasamos, sin pausa, de un lado para el otro. Así, trasponemos ideas, extrapolamos definiciones y hacemos una ensalada de sentidos para conseguir lo que se quiere.
En sexualidad, sea la que se pretende científica tanto como la común, la que se manifiesta en los discursos, existe una preponderancia de este tipo de extrapolaciones. Veamos un ejemplo: prostitución, prostituta, prostituir, prostituirse. Están relacionadas pero no es lo mismo. Parece evidente cuando se ponen las cuatro cosas en la mesa, pero comienza el debate tendencioso cuando se quiere hablar de las diferencias entres estos términos.
Veamos las definiciones que ofrece el Diccionario. Prostitución: acción y efecto de prostituir y Actividad a la que se dedica quien mantiene relaciones sexuales con otras personas, a cambio de dinero. Por su parte prostituta es la Persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero. Prostituir significa Hacer que alguien se dedique a mantener relaciones sexuales con otras personas, a cambio de dinero. Prostituirse es un verbo reflexivo y significa que uno ejecuta para si mismo la acción de prostituir. Parece lo mismo, pero hay sutilezas que son la base de toda la cuestión.
Podemos resumir diciendo que la prostitución es algo genérico, mientras que la prostituta es una persona y, finalmente, que el prostituir es una injerencia sobre una persona. Tres cuestiones que tienen problemáticas particulares y obviamente, soluciones particulares.
Empecemos por ver la persona. Una prostituta es una persona que mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero, agrego o especies. Más allá que todos nos empeñamos en creer que sólo el amor gobierna las relaciones sexuales de muchos de nosotros, el trocar algo por sexo es mucho más común de lo que queremos ver. Por favor, no caigamos con esto en decir que “todos y todas somos prostitutos”, porque hay un trecho muy largo.
Lo cierto que la persona debería poder elegir cuando mantener relaciones sexuales, en que condiciones y, también, a cambio de que, sea ese cambio, espiritual, sentimental, erótico o material. Es decir que apegándonos a la definición ser prostituta es una decisión individual que no establece, en principio, un comportamiento, sino una decisión. En este caso, lo que debemos exagerar los cuidados, es que ese cambio de relaciones sexuales por algo, sea hecho con la mayor de las libertades, el mayor empeño en protección y en satisfacción personal. He aquí donde entra el desafío de la educación sexual coherente, intensiva, permanente e integral.
La prostitución es, por otro lado, una actividad de un grupo humano. Donde entran en juego, como toda actividad humana, reglas, normas y problemas de consideración sobre los límites. Allí, la sociedad no está uniformizada. Algunos pretenden y lograron oficializar la actividad y otras sociedades todavía pretenden eliminarla o dejarla en lo marginal. Es aquí donde el debate social sobre lo que la sociedad pretende seguir como norma de bien común, los límites que su cultura permite y los recursos que dispone permiten hacer viable una decisión mucho más grande.
Lo tercero es el hecho de prostituir. Aquí no hay discusión posible. Prostituir es violentar. Una violencia que afecta, más que otras, la integridad de la persona. El prostituir no implica debates muy complicados. La sociedad debe prevenir el delito y para eso debe sancionar al violento y proteger, con todos sus recursos, a la víctima. Quien prostituye es el violento y la prostituta, en este caso, es la víctima. Sabiendo que, algunas veces, la sociedad es responsable de ser quien violenta.
No podemos confundir más lo que la gramática deja claro, porque en esa confusión siempre sale beneficiado el violento y perjudicado las víctimas. Seamos, finalmente coherentes con la idea de bien común que tenemos: libertad para que las personas puedan decidir por ellas mismas, respeto para las decisiones personales que no atenten contra nuestro futuro y fortaleza para defender los derechos humanos contra cualquier actividad que viole esos derechos. Tal vez así, podamos aspirar a la meta más inocente e esencial que deberíamos aspirar: felicidad para todos y todas.

Tres pilares para una sexualidad plena

El ser humano dispone de la capacidad de ser feliz. Esta capacidad está relacionada con las posibilidades que tiene de desarrollar sus actitudes en el medio en el que vive, de relacionarse con sus semejantes y poder creer firmemente en sus potencialidades físicas, psíquicas y sociales.
Dentro de todo ello, la sexualidad ocupa un lugar primordial para su felicidad como también para su salud. Esto debería ser una redundancia pues debemos aceptar que las cosas están íntimamente ligadas.
La sexualidad es la capacidad que tienen los seres humanos de interrelacionarse con otras personas a través de actos sociales que incluyen los actos sexuales, eróticos y otros. La sexualidad no se restringe a los actos sexuales, sin embargo, encuentra en estos un modelo de relación promocionada y deseada por la mayoría de las personas.
Es necesario comprender que una relación sexual es un acto psico-socio-fisiológico y por lo tanto debemos considerarlo como algo que necesita una serie de condiciones para ser saludable para las personas.
Un acto sexual saludable es aquel que nos permite a cada uno sentirnos bien física, psíquica y socialmente. Es un acto que cada individuo sabe o va aprendiendo a disfrutar. Se puede tener más habilidades para el sexo o menos pero debemos comprender que esas habilidades se pueden desarrollar para que siempre sea una situación placentera.
Debemos remarcar, sin embargo, que las mejores actitudes y aptitudes para disfrutar una relación dependen de los mecanismos comunicativos y no de las habilidades sexuales en si mismo. En otras palabras, y como ejemplo, saber donde esta el clítoris no es lo que produce el orgasmo en el 100 % de los casos, sino la capacidad de poder comunicar la mejor forma, la forma personal de satisfacer al otro con el clítoris.
Por ello, debemos comprender que la erección, la lubricación, siendo muy importantes para la consecución del acto sexual, no son los elementos únicos y suficientes para que una relación sexual, sea placentera.
Las tres claves son las siguientes:
a- el conocimiento: que incluye la información sexual, como también el auto-conocimiento. Es decir, cada uno debe aprender sobre su cuerpo, saber como son sus genitales, saber sus reacciones, aprender a escuchar la forma que su cuerpo pide, habla, dice, espera. Es un proceso que comienza en la niñez pero que permanentemente debemos hacer. Descubrir, conocer, comprender y escuchar nuestro cuerpo es el primer elemento clave para una buena relación sexual
b- la comunicación: la comunicación es mucho más que decir palabras, es la capacidad de expresar ideas, emociones, sentimientos, miedos, dudas, deseos con todo nuestro ser. Se utiliza las palabras, se muestra en los gestos, se aprecia en los silencios y al revés también. Ser comunicativos no es hablar mucho sino desarrollar la capacidad de escuchar lo que el otro dice sobre lo que siente, espera y desea. Es desarrollar todo lo necesario para que se construya un espacio de tranquilidad, de placer y de interrelación
c- el momento: compartir un momento no es una cuestión de tiempo. Un momento lo defino como la mínima unidad de intimidad compartida. Eso exige cierto tiempo, obviamente, pero sobre todo una gran disposición y la capacidad de desnudarse. Aclarando que esto no es un strip-tease erótico (aunque bien pueda ayudar tantas veces). Desnudarse es la capacidad de dejar que nuestra piel se encuentre con otra piel a través de nuestros sentidos.

Estos tres elementos permiten una mayor capacidad de goce en la mayoría de las parejas. Ahora bien como ustedes podrían preguntarse: ¿esto iría en contra de las relaciones pasajeras? No necesariamente, existen relaciones de una noche (o de una tarde o de una mañana) que son fabulosamente placenteras, sin dudas.
Lo que quiero insistir es con el hecho que la suma de estos tres elementos permitiría que, aún habiendo la mejor química en el primer encuentro, se logre superar ese primer encuentro, por más espectacular que haya sido. En otros términos, la intimidad puede favorecer el desarrollo del placer sexual, sin dudas.
El uso de las fantasías como elemento complementarios, la búsqueda de los juegos sexuales, la utilización de juguetes eróticos son algunos elementos complementarios que pueden ser de mucha utilidad para las parejas, siempre y cuando funcionen esos tres pilares que permiten descubrir siempre nuevas sendas para avanzar en el disfrutar, en el placer y en la felicidad de cada uno y de cada una.

La educación sexual

Vivimos en una sociedad muy sexualizada. El sexo, las manifestaciones de lo erótico están en todas partes. La publicidad, el lenguaje, las declaraciones, los medios de comunicación mantienen una exhibición permanente en la ostentación de los mensajes con carácter sexual. Todos y todas hablan, aparentemente, de sexo con una total libertad e con mucho conocimiento (?), algo que parece que nunca antes tuvieron los seres humanos. Hoy es más fácil escuchar, en cualquier lugar, comentarios osados sobre la necesidad del orgasmo, la existencia del punto G, la importancia de las fantasías en la vida sexual, etc. Existe la misma facilidad, parece ser, para ofrecer recetas para platos artesanales como para noches sensuales y completamente placenteras. El sexo ya no parece que sea tabú. Cualquier personaje público puede manifestarse, libremente, sobre sus necesidades, gustos, intereses sexuales en los medios de comunicación.
Al mismo tiempo en que este discurso sexual, casi omnipresente, nos permite suponer una cierta libertad de expresión, las campañas publicitarias sobre la necesidad de protegerse de las consecuencias físicas no deseadas (ETS o embarazo no deseado) en las relaciones sexuales ocupa un lugar importante en la idea de salud pública. Así, todo indicaría que estamos en el buen camino: podemos hablar libremente de sexo y existe una gran campaña por la seguridad en las relaciones sexuales. Sin embargo, la realidad no dice que estemos con resultados tan positivos en los efectos conseguidos.
Varios medios científicos informan, claramente, que los esfuerzos realizados en materia de prevención no generaron cambios efectivos en los comportamientos sexuales de riesgo. Así también, aunque se hable tanto de sexo, casi de forma ostentosa y constante, los problemas de: anorgasmia, eyaculación precoz, de aceptar, por mucho tiempo situaciones de violencia, entre otros, continúan siendo una verdadera epidemia.
Entonces, ¿cuál es el problema? Continúo pensando que todavía no encaramos la solución mas clara, necesaria y barata para resolver muchos de estos problemas: la educación sexual. O sexo continúa sendo un tema que va de lo místico a lo natural, para muchos de esos osados. Cuando en realidad la sexualidad es un fenómeno cultural, que debemos educar a través de un triangulo esencial, que garantiza una buena sexualidad: desenvolvimiento de la comunicación como cimiento, construcción de herramientas para la gestión de los conflictos como útil para la prevención y promoción del conocimiento personal como estrategia para la felicidad.
La educación sexual no es información sobre el sexo solamente. La educación sexual son procesos construidos, en continuo, a partir de las limitaciones del educando para ampliar sus aptitudes en la vida. Pensar de otro modo es continuar poniendo la carreta delante de los bueyes. Implica negar la posibilidad de hacer una sociedad donde la equidad de género sea una constante pragmática e no solo discursiva, donde la violencia sea excepción y no norma e donde la diversidad sea riqueza que procuremos permanentemente. Tal vez esto sea los temas más importantes a discutir frente a la educación sexual que tenemos que retomar.