25 de noviembre. Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. ¿Un deseo? ¿Una ambición? ¿Un proyecto? ¿Una posibilidad real? ¿Una Utopía? Respondamos si o no ¿a qué estamos respondiendo? ¿Existe una sola respuesta? Lo cierto que hay una parte de la humanidad que todavía no quiere eliminar esta violencia; una parte de la humanidad que todavía no ve este tipo de violencia. Pero, sobre todo, una parte de la humanidad que sufre este tipo de violencia, en cualquiera de sus múltiples manifestaciones. Esto es, lo digamos claro y sin dilaciones, una de las formas de retraso más importante que sufre la humanidad.
Discutían hace días la creación de un índice de "Felicidad Interna Bruta". Un índice que sería pensado como un indicador integral del desarrollo y de la calidad de vida de los seres humanos. Muchos pensarán que es una quimera un tal índice en los contextos que vivimos en nuestro mundo de índices más pragmáticos, léase capitalistas. Pero nos dejemos llevar por esa idea, supuestamente ingenua pero válida en nuestra mente. Un tal índice, estoy convencido, debería contemplar la integración de dos elementos como axiales: 1] la ausencia de todo tipo de violencia y 2] el desarrollo de una Educación Sexual Integral universal.
Aunque las dos cosas parezcan obvias, digamos algunas cosas al respecto. Lo primero implica el alcanzar un nivel de desarrollo personal que significaría que como conjunto de individuos que convivimos en una sociedad alcanzamos un nivel de sensibilidad hacia el otro, de percepción de la importancia de la diversidad, de respeto para la diferencia y de procesos de resolución de conflictos de modo positivos. Pero, lo cierto que los índices de violencia nos posicionan lejos de esa utopía. Casi a una distancia sideral. En un casi imposible de llegar. Kofi Annan, ex-Secretario General de las Naciones Unidas decía que "La violencia de género es quizás la más vergonzosa violación de los derechos humanos. Mientras continúe, no podemos afirmar que estemos logrando progresos reales hacia la igualdad, el desarrollo y la paz". La violencia es, obviamente, una de las medidas de nuestra limitación como sociedad.
Lo segundo nos parecerá de una enorme obviedad si comprendemos que la Educación sexual Integral es, tal como es definida por la ley y teniendo en cuenta los objetivos que presenta la misma, una de las ambiciones más determinantes que se pudo precisar en nuestro país como aspiración. Una utopía que nos orienta a caminar hacia esa meta. Defiendo, con esto, una idea central: no existe problemática más concreta, clara y paradigmática de la falta de una educación sexual integral que la violencia contra la mujer. Puesto que esta toma todo el espectro social y todas las dimensiones de las personas. Además porque la verdadera educación sexual integral incluye la necesidad de desarrollar el conjunto de habilidades que nos orientarían a aspirar a acercarnos reducir los altos índices de violencia que aún tenemos, entre otras cosas.
Eliminar la violencia será una quimera. Un objetivo que está más allá de nuestra imaginación. Quizás. Pero pensemos como aquel escritor que alguna vez dijo que “todo lo que un ser humano pueda imaginar otro podrá realizarlo”. Hoy, la imaginación ofrece un camino real que recorrer para acercarnos a la realidad: la Educación Sexual Integral. Empezar es el verdadero pequeño paso que avizora un salto cualitativo para la humanidad.
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