jueves, 2 de septiembre de 2010

La salud sexual

El 4 de septiembre se celebra en el mundo el Día de la Salud Sexual; este día nos sirve para pensar la importancia de nuestra salud integral, y fomentar que la misma sea realmente un espacio de bienestar integral.

La noción de salud que se maneja habitualmente se remonta a 1949, cuando la Organización Mundial de la Salud reconocía la condición integral del ser humano. En este contexto, la salud era definida como el perfecto estado de bienestar físico, psíquico y social y no sólo como la ausencia de enfermedad. Esta noción sentaba, en efecto, la base de una idea de salud integral. Más allá de los cuestionamientos que se han efectuado, esta definición se mantiene aún hoy.
En 1975, la OMS realiza un encuentro para discutir temas relacionados con la sexualidad; de esa reunión surge un concepto de salud sexual que ha ido modificándose con el paso del tiempo. La última definición de salud sexual –que data del 2002– dice que ésta consiste en: “un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad; no es meramente la ausencia de enfermedad, disfunción o debilidad. La salud sexual requiere un acercamiento positivo y respetuoso hacia la sexualidad y las relaciones sexuales, así como la posibilidad de obtener placer y experiencias sexuales seguras, libres de coerción, discriminación y violencia. Para que la salud sexual se logre y se mantenga los derechos sexuales de todas las personas deben ser respetados, protegidos y cumplidos”.
Desde luego: la idea de lo integral en la condición humana vuelve a aparecer como una consideración insoslayable cada vez que se reflexiona sobre el ser humano y sus necesidades. Sin embargo, por diferentes razones –ideológicas, circunstanciales, políticas, conflictos institucionales, etc.– las ideas de salud y de salud sexual tienden a desdibujarse.
La década del noventa parecía –al menos en más de un sentido– el momento preciso para desarrollar esta idea de salud sexual; en esa década –por ejemplo– la humanidad se encontró apremiada por temas como el VIH, el aumento de las denuncias de violencia, el crecimiento de la actividad sexual, el incremento de tasas de embarazos no deseados, de abortos mal practicados y de la aceptación –con diverso grado– de la diversidad.
A pesar de todo, hubo que esperar hasta el siglo XXI para que la noción de salud sexual apareciera verdaderamente en escena; hay que reconocerlo: asociada a la idea de salud reproductiva, pero también –es significativo explicitarlo– a cierta idea de derechos sexuales y reconocimiento de la diversidad. De ahí, pues, que la World Association of Sexology impulse la celebración del primer “Día de la Salud Sexual” el próximo 4 de septiembre.
Argentina, por su parte, ha generado marcos legales de referencia que hacen que la salud sexual sea hoy una realidad para todos y todas. Leyes como las de educación sexual integral; de protección integral de la infancia y la adolescencia; de lucha contra todo tipo de violencia; y la reciente ley de matrimonio homosexual –entre otras– configuran un interesante marco para la acción de los múltiples agentes sociales.
Sabemos que falta mucho por hacer; lo importante es que estamos en el camino y que sepamos que éste no será sencillo. Recordemos, finalmente, las palabras de Geneviève Fraise: “El sexo es una palabra que marca a los seres mientras que la sexualidad, por su parte, cuenta una historia”.

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