En sexología se habla de respuesta sexual humana como el mecanismo anatómico- fisiológico que se desencadena en una actividad sexual. Así, se describe el acto sexual siguiendo diferentes modelos -en dos fases (modelo de Hellis) en tres fases (Kaplan) en cuatro (Masters & Jonson) en más fases (Basson)-. En ellos se procura mostrar que la actividad sexual sigue un conjunto de fenómenos que se pueden describir, medir, influenciar, diagnosticar y tratar.
Aún reconociendo que son modelos didácticos se los utiliza para procurar ordenar una forma de pensar la clínica, de orientar la pedagogía y de fortalecer los discursos. Porque, por más que no lo queramos decir siempre, un modelo no es aséptico de ideologías en su forma de ser formulado. Siempre está limitado por conocimientos disponibles, por lecturas ideológicas y por intereses varios. Los modelos de respuesta sexual están surcados por esos elementos que se pueden resumir en los tres ejes que delimitan la realidad humana: lo temporal (el momento histórico), lo espacial (el lugar geográfico) y lo vivencial (las experiencias vividas por las personas).
Pero, simplificando a nivel de niño podríamos decir que si tenemos una “respuesta” es porque hay una pregunta a ser respondida. ¿Cuál sería la pregunta que se asocia a esta respuesta?
Tal vez sólo sea de interés clínico la pregunta, pero me parece que puede ser la siguiente: ¿Cómo hace un profesional de la salud para comprender, explicar, medir, patologizar y resolver un fenómeno tan variable, integral e influenciable por tantos factores como es una relación sexual? Pues, simplificando hombre, que en definitiva es lo que hace un modelo. Así, la respuesta sexual encuentra su razón de ser.
La respuesta sexual humana es una visión simplificada que procura explicar un funcionamiento común (es decir que se da en la mayoría de los casos) de una actividad sexual. Como todo modelo, decíamos, sólo es posible mediante la vía de la reducción extrema (sin dudas que luego sobre el modelo plano se pueden agregar elementos para complejizar la explicación inicial, pero eso no es la base del modelo). Sin dudas que el modelo de Basson intenta mostrar la complejidad.
La respuesta sexual en los seres humanos no busca responder la pregunta de los individuos sobre su estado de normalidad (en tanto que conjunto de normas satisfactorias para obtener el placer, el bienestar y la sensación de goce) sino sólo pretende establecer parámetros para poder traducir el fenómeno humano más complejo que existe (la interrelación con el otro en un abanico potencialmente integrador y total) en un mecanismo de intervención clínica, pedagógica y social.
Todavía no hicimos el salto epistemológico para poder adaptar un modelo que realmente represente la integridad del ser humano en una relación sexual. Recordar esto es importante para no caer en la falsa idea que nuestra visión de la relación sexual está acabada. Algo que debemos recordar a los pacientes y, quizás, a muchos de nuestros colegas.
21 de julio de 2010
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